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Llega el final de semestre. Ese momento en el que no sabemos si queremos matar el semestre, o que él nos mate a nosotros. Ese momento en el que los que tienen vicios, empiezan a sacarlos de una forma más frecuente. Los que fuman, fuman más, los que comen, comen mucho más, los que toman... bueno no, creo que los universitarios bebemos lo mismo ya sea en mitad de semestre, al principio, al final, en vacaciones... Los semestres pasan, y el final de la carrera se avisora más y más cercano. Para unos esto puede ser un hecho emocionante, para otros, puede ser un cagadero infinito (sí, así me gusta decirle al miedo). Y es que una cosa es uno salir de la universidad y enfrentarse a construir un edificio, o a hacer planos, o vestidos de moda, o meterse a la oficina de un pasquín a obedecer órdenes de los Santo Domingo o de Ardila Lülle sobre qué escribir, y otra muy distinta salir  y enfrentarse a 50 pequeños demonios metidos en esos recintos con forma de cárcel, perpetuadores del siste
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Debimos... Nosotros debimos estar juntos. Permanecer juntos. Yo debí buscarte menos, provocarte más. Tú debiste quedarte. Debimos quedarnos juntos, viajar por el mundo en mi cama, deshacer las almohadas, soñar, volar, quedarnos. Debí verte más los dientes, hacerte reír, tomarte de la mano y nunca dejarte ir. Debí no haberte querido tanto, no hacerte sentir necesaria así tal vez te hubieras quedado. Debí conocerte más antes de enamorarme, debí enamorarte más antes de quererte tanto. Debí y debiste, debimos tanto...
La lluvia Hace un tiempo atrás, no sé si por cuestiones del ego, o de la práctica, o de la juventud, me creía un gran escritor. Siempre me ha gustado escribir y no digo que me parezca fácil hacerlo, pero con el pasar de los años, se me ha hecho más difícil hacerlo. No sé si porque quizá con el pasar de los años, vamos perdiendo ese encanto que le vemos a muchas cosas, o porque con los años nos volvemos más analíticos, más académicos, y solo encontramos como válida la escritura que tenga que ver con lo mundano, con lo físico, con lo que quizá  consideramos "intelectual". Sin embargo, quise dar un alto a ese tipo de escrituras, y retornar al pasado, a lo simple, a lo que se reduce a los sentimientos más que a los pensamientos, a reducir lo racional y aumentar lo sentimental... y pensando en qué escribir, me di cuenta que estaba lloviendo. La lluvia siempre ha tenido un efecto especial en mí, me hace feliz, me da paz, pero al mismo tiempo me genera una sensaci
A  veces... A veces pienso que he dejado correr mucho el tiempo. Que el reloj es implacable, que no se detiene y cada segundo que pasa, es un segundo que no volverá, ni recuperaremos, pero que aún así, rara vez aprovechamos al máximo. Esta semana leí una frase que me pareció muy cierta: "En este punto de tu vida, en este segundo, es lo más joven que has estado en tu vida, pero al mismo tiempo, al siguiente segundo, es lo más viejo que has estado hasta el momento, así que valora tu tiempo, ya que la juventud pasa, pero la vejez llega". A veces siento que he perdido mucho tiempo, por muchas cosas. Unas han sido por circunstancias que han estado en mis manos; he perdido tiempo jugando muchos videojuegos, holgazaneando o simplemente en cosas banales, que no aportan a mi crecimiento personal, ni espiritual, ni económico ni financiero. Otro tiempo lo perdí por circunstancias fuera de mis manos; cuando tuve que parar mi estudio por trabajar y sostener mi hogar, fueron c
Medellín olvida sus episodios... Pero no la violencia. Bien sabido es por mis compañeros y por los lectores de este blog, que en este año ha crecido mi interés por conocer la historia del narcotráfico en Medellín, sobretodo por la huella latente que hoy en día existe de este flagelo y las personas que siguen hoy en día con el recuerdo a flote de las innumerables pérdidas humanas y materiales que esto generó en la ciudad, ya sea porque fueron propias o las han sentido así.  Esculcando entre documentos y artículos de noticias, que es donde hago mis lecturas para conocer sobre el tema, me encontré un registro respecto a una masacre que nunca había escuchado ni encontrado antes: la del bar Oporto. Masacre en la que hombres, quienes hoy en día no se sabe si fueron (o son porque quizás siguen vivos en su mayoría)  enviados de Pablo Escobar, o agentes del Estado, perpetraron la masacre de 23 hombres en un exclusivo bar en Envigado; donde irrumpieron en camionetas y cercaron las sal
La entrada sin nombre La verdad me siento un poco ridículo. Resulta que la pasada no fue la última entrada, pero por fortuna no lo fue, ya que el ejercicio de las entradas pudo continuar, aunque la verdad hoy no tengo nada para escribir. Quizá sea porque tuve una semana y un fin de semana sin muchas novedades. Jugué fútbol, fui al gimnasio, comí helado, algunas tonterías sin trascendencia. Quizá lo único que pudo trascender, fue lo que pasó el día sábado, con una de las mujeres que hicieron parte de mi  anterior entrada o escrito.  Este fin de semana era el cumpleaños de uno de mis compañeros más queridos de la universidad. Mi intención realmente era acompañarlo ya que la verdad lo aprecio bastante y quería hacer presencia en su cumpleaños. Sin embargo, ese evento, implicaba cruzar dos mujeres de mi escrito anterior. Juro que nunca en mi vida tuve la intención de incomodar a alguien, de hacer daño, de que se encontraran en el mismo sitio como en un maquiavélico plan que sí
A las  mujeres que han marcado mi vida He empezado a tenerle cariño a estas entradas de Blog, y me parece triste que ya apenas le estaba cogiendo el contentillo, hayan decidido que esta es casi que la entrada final. Como lo dije anteriormente, me considero una persona difícil. Mi mamá me quiere así, pues qué le hago. Esta al ser quizá la última entrada, he querido dedicársela a las mujeres que marcaron mi vida. Quiero decirles en estos párrafos, aunque quizá no los lean nunca, o quizá una de ellas lo haga, lo que significaron y han sido para mí en mi vida. A V.M.L quiero decirle que si nunca te detuve cuando te fuiste para Chile, es porque no quise ser egoísta. Siempre pensé en tu felicidad, siempre quise que volvieras a ver a tu madre, a tus hermanos, y que buscaras la forma de tener un mejor futuro. No te dejé ir no porque no te quise, sino porque no puedo detener tu crecimiento como persona, como mujer, ni quitarte tu felicidad. Aunque me hayas dicho una y mil veces