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Mostrando las entradas de mayo, 2018
Llega el final de semestre. Ese momento en el que no sabemos si queremos matar el semestre, o que él nos mate a nosotros. Ese momento en el que los que tienen vicios, empiezan a sacarlos de una forma más frecuente. Los que fuman, fuman más, los que comen, comen mucho más, los que toman... bueno no, creo que los universitarios bebemos lo mismo ya sea en mitad de semestre, al principio, al final, en vacaciones... Los semestres pasan, y el final de la carrera se avisora más y más cercano. Para unos esto puede ser un hecho emocionante, para otros, puede ser un cagadero infinito (sí, así me gusta decirle al miedo). Y es que una cosa es uno salir de la universidad y enfrentarse a construir un edificio, o a hacer planos, o vestidos de moda, o meterse a la oficina de un pasquín a obedecer órdenes de los Santo Domingo o de Ardila Lülle sobre qué escribir, y otra muy distinta salir  y enfrentarse a 50 pequeños demonios metidos en esos recintos con forma de cárcel, perpetuadores del siste
Debimos... Nosotros debimos estar juntos. Permanecer juntos. Yo debí buscarte menos, provocarte más. Tú debiste quedarte. Debimos quedarnos juntos, viajar por el mundo en mi cama, deshacer las almohadas, soñar, volar, quedarnos. Debí verte más los dientes, hacerte reír, tomarte de la mano y nunca dejarte ir. Debí no haberte querido tanto, no hacerte sentir necesaria así tal vez te hubieras quedado. Debí conocerte más antes de enamorarme, debí enamorarte más antes de quererte tanto. Debí y debiste, debimos tanto...
La lluvia Hace un tiempo atrás, no sé si por cuestiones del ego, o de la práctica, o de la juventud, me creía un gran escritor. Siempre me ha gustado escribir y no digo que me parezca fácil hacerlo, pero con el pasar de los años, se me ha hecho más difícil hacerlo. No sé si porque quizá con el pasar de los años, vamos perdiendo ese encanto que le vemos a muchas cosas, o porque con los años nos volvemos más analíticos, más académicos, y solo encontramos como válida la escritura que tenga que ver con lo mundano, con lo físico, con lo que quizá  consideramos "intelectual". Sin embargo, quise dar un alto a ese tipo de escrituras, y retornar al pasado, a lo simple, a lo que se reduce a los sentimientos más que a los pensamientos, a reducir lo racional y aumentar lo sentimental... y pensando en qué escribir, me di cuenta que estaba lloviendo. La lluvia siempre ha tenido un efecto especial en mí, me hace feliz, me da paz, pero al mismo tiempo me genera una sensaci
A  veces... A veces pienso que he dejado correr mucho el tiempo. Que el reloj es implacable, que no se detiene y cada segundo que pasa, es un segundo que no volverá, ni recuperaremos, pero que aún así, rara vez aprovechamos al máximo. Esta semana leí una frase que me pareció muy cierta: "En este punto de tu vida, en este segundo, es lo más joven que has estado en tu vida, pero al mismo tiempo, al siguiente segundo, es lo más viejo que has estado hasta el momento, así que valora tu tiempo, ya que la juventud pasa, pero la vejez llega". A veces siento que he perdido mucho tiempo, por muchas cosas. Unas han sido por circunstancias que han estado en mis manos; he perdido tiempo jugando muchos videojuegos, holgazaneando o simplemente en cosas banales, que no aportan a mi crecimiento personal, ni espiritual, ni económico ni financiero. Otro tiempo lo perdí por circunstancias fuera de mis manos; cuando tuve que parar mi estudio por trabajar y sostener mi hogar, fueron c